Mirando a otras entre cuerdas
(Place des Cordes, París)
(I)
Me gusta su boquita pequeña y abierta, sus ojos despacio, su ritmo desnudo.
Parece improbable esa textura tan dulcemente quieta,
ni el agua podría ser.
Es un sol lento,
es un calor perezosamente tierno que a la tarde se despliega.
(II)
Ella quiere contener el movimiento y sin embargo
es un mar azotado. La jalan, la zozobran.
Son tantas las olas que tiene dentro y las que
desde fuera le arremeten
sin descanso
y sin embargo
sin un ritmo predecible
se están buscando a no romperse
sin amenaza ni al cuerpo ni a las cuerdas
que las contienen,
hipnótico esta océano universo
inmensa la noche que cayendo se desata.
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