Yo sé que ahora mismo hay gente que está presa.
Lo sé yo, y lo sabe mi cuerpo. Y lo sabe mi piel. Por ello estoy presa también yo misma. [Y aquí estoy, toda triste porque me muero por besarte (y que me beses).]
Una se siente culpable al pensar si estará disfrutando de su libertad, si no le estará robando el turno a otra que lo hubiera hecho mejor.
A veces incluso de sentir que la vida vale la pena.
Qué indolentes se ven a ratos el amor y el desamor. Y sin embargo me perdono si pienso que ell@s, l@s pres@s, anhelan en primer plano también ese beso…
Y también cuando recuerdo en cada centímetro de mi piel que encarar la vida con amor, firme, alegre y poderoso es un acto de rebeldía y de homenaje.
Quisiera descubrir tu piel pedacito a pedacito, por mí y por tod@s ell@s, CON tod@s ell@s, sabiéndome humilde vividora y viviente, sabiendo que nuestros sencillos triunfos, nuestras pequeñas cimas son pasos seguros de libertad.
Quisiera olerte, así, bajando del cuello al hombro, despacito, no como rastreando sino buceando en ese aroma, empapándome a poquitos, como un vaso que se derrama y va inundando poco a poco el mantel inexorablemente. Quizá el costado, el ombligo, los muslos, las rodillas. Y que, mientras, tod@s l@s compañer@s de pres@s (de cariño en el exilio) se sintieran reconocid@s en su esencia particular: a piel tostada, o blanquita quizás, quién sabe si a sol o a lluvia o a sexo o a río olerán las compañeras secas, gastadas pero amigas y amantes.
Quisiera tocarte, ¡y qué decirte! Quisiera que mi mano fuera primero la de la madre que acaricia a la hija que le quedó fuera, y después la del hermano que abraza a la hermana cuando oye ruidos en la noche. Quisiera darle manos a la amiga que no supo cuando se quedaba sola y ahora nada más le quedaron para escribir. Y por supuesto quisiera tomarte la cara con las dos manos y mirada lúcida, y redibujarte piel a piel como cada amante pres@ hace cada noche desde las tripas del infierno. Y besarte. Besarte los ojos y la barbilla y el pecho y besarte entera y hacerte a besos y un poquito a lágrimas, a medio de incredulidad de no creer que estas aquí conmigo, a medio de alegría, de gozo, de homenaje.
y también sé ahora mismo que hay gente que esta obesa
ResponderEliminaroh, que dolor de espejos, de sádicas superficies marinas, de fuentes implacables.
Pero quién ata al deseo impenitente,
al ciclón amoroso de besos de chocolate...?
Come su cáscara, su médula, su dulzor antiguo
hasta que tu panza se inflame
preñada de dulce de guayaba,
definitivamente gorda e inmensa, a punto de reventar y expandir su ambrosía,
de derramar sus heces azucaradas y brillantes...
Hermosa obesidad, gravidez sin parásito,
placer de felinos fornicando.