miércoles, 24 de octubre de 2012

Echo de menos nadar...


Echo de menos nadar...

saltar y estirarte por completo en el aire,
flotar durante una milésima de segundo sin gravedad y caer,
entrar progresivamente al agua

puedo sentir cómo cada parte de mi cuerpo se va inundando.

Una vez sumergida siento el cuerpo distinto.
Los sonidos se han amortiguado.
Los movimientos cíclicos se convierten en un suave ronroneo
de mi cuerpo desperezándose.
Cada vez más amplio,
cada vez más limpio
hasta entrar en trance.

Una vez sumergida ya no estáis ni tú, ni tú, ni tú.
No hay cuidados ni conflictos,
sólo el agua y yo.
Sólo medirme, conocerme para sacar lo mejor de mí.
Sólo el esfuerzo que a su vez me permite deslizar
suave
pero imparable.







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