A las mujeres que amo y habéis elegido el camino recto

I.
A las mujeres que amo
y habéis elegido el camino recto
no sé bien qué deciros.

Se supone que Nosotras siempre creamos ese espacio de comprensión para entender los porqués
en el que importa quién eres
de dónde vienes
cuál en la genealogía y la herstoria que te has intuido
y con qué te identificas


y creo que literalmente lo construimos.

Siento que a veces hilvanamos los retales que sabemos de las Otras
en un patchwork a nuestro estilo
para intentar comprender o justificar sus identificaciones,
para tratar de ubicar geográficamente sus posiciones de enunciación
en este mapa político de vectores
de violencia y poder
y de afectos y resistencias
que es (lo social, vivir en grupo, el sistema [...]).

Esa deconstrucción y reconstrucción política de las estrategias de las Otras
hecha desde la intuición
(desde lo emocional, con lo teórico,
con los afectos,
los miedos
y los deseos)
es una estrategia ilegítima.

Es, en la práctica
suplantarlas en su responsabilidad política,
por el miedo a reconocernos que ellas mismas no están haciendo ese trabajo
que a nosotras nos parece ineludible

[o no lo están haciendo al mismo ritmo
o de la misma manera].

Así que en primer lugar
ya hay algo que sé que quiero deciros:

Lo siento.
Siento haberme adueñado de procesos que no son míos.


II.
Ahora mi trabajo político es cambiar esto:
dejar de tirar de vuestros procesos
y empezar a desmontar el mecanismo que me impulsa a hacerlo
cuando me viene el miedo.


III.
Una vez neutralizada esa distorsión afectiva
y en contra de lo políticamente correcto
que sería decir
que la heterosexualidad es una opción personal
vuelvo a no saber bien qué deciros,
a vosotras, mis Otras
que habéis elegido el camino recto.

Porque que no es una opción personal ya lo sabíamos hace rato
que las lesbianas no éramos mujeres
en tanto que no firmábamos ese contrato
base del sistema económico
que es el matrimonio,
la familia nuclear
(nucleo del sistema)
y la domesticación de l@s niñ@s.

Pero ahora me quiero venir más aquí.
Más cerca,
más nuestro.

Siento que elegiste lo fácil
lo cómodo
lo que no te movía tus privilegios,
la identidad-paraguas
que te permite ser situada en la parte buena de la moneda.

Siento que tu ambigüedad desactiva
una parte de la fuerza de esta rebeldía.
Siento que vas a crecer con nosotras
para después alimentar su sistema
y volverás intoxicada
y traerás una parte
de su nocividad contigo.

Así ha sido desde hace tantos años
las mujeres hemos hecho de pararrayos de los conflictos,
llevándolos a lo doméstico,
a donde no se ve, a donde no existe
y gestionándolos ahí
hasta que todo vuelve a fluir.
Así siento
que tú vienes a limpiarte,
a descargar en tu espacio de seguridad
para volver a estar lista para él
y no me parecería mal
si fuera algo puntual
o un conflicto nuevo que no sabes cómo afrontar
o resolver.
Pero ese mecanismo es la base misma de la estructura
de este sistema que dice que la mujer
es prótesis,
recurso,
propiedad del hombre.
Me duele que una de mis Otras acepte ese papel,
pero me rebela que uses nuestros espacios
tuyos, míos, nuestros
tan peleados,
que tanto esfuerzo y trabajo
e ilusión y dolor y conflictos nos ha costado recuperar,

que los uses para servicio del patriarcado.


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Sé que puede ser difícil leer esto así, de repente. No pretende ser un dogma ideológico sobre la imposibilidad de tener relaciones sexoafectivas heterosexuales fuera de la norma, sino más bien una llamada a repensar las relaciones entre mujeres que creamos y que podemos imaginar, ampliar, desear. Producir entre nosotras realidades diferentes, ¿con qué queremos alimentar nuestros espacios (emocionales, simbólicos, culturales)?

Son sentimientos que me han ido generando situaciones concretas y que se pueden comprender mejor dentro del marco teórico en el que me identifico cuando escribo esto, con estos dos textos:
http://www.pdf-archive.com/2011/08/10/margarita-pisano/
http://www.caladona.org/grups/uploads/2007/10/la-heterosexualidad-obligatoria-y-la-existencia-lesbiana.doc