miércoles, 7 de noviembre de 2012

Y eso, Amora, es cambiar el mundo...

Quedábamos tan bonitas
 las dos parejas chico-chica en nuestro colectivo anarquista...
 Tu compa, el que había leído,
 el que traía las ideas,
el que había visto mundo, el que había salido del pueblo,
 el que organizó la primera asamblea.


Y tú,
te recuerdo tan callada
a veces te sentabas a mi lado
o yo al tuyo
ya no me acuerdo
pero sé que te buscaba
y que al segundo o tercer día de vernos
te regalé un dibujo
que, tiempo después,
vi colgado en tu cuarto.

 Sé que un día, yendo l@s cuatro,
delante de ellos sin importarte
me dijiste que te gustaba
y yo me enamoré de ti hasta los ojos.
Supe lo que era
la desobediencia radiante
y que ellos no podrían mantener los privilegios
por mucho más tiempo
(aunque en mi caso aún me hicieron falta
casi siete años).

No recuerdo qué dije después,
sé que estaba nerviosa y que me reía
pero tú lo recuerdas bien:
dices que te dije
que estaba "cogida".
Como un animal salvaje en un cepo
como un pez en una red,
o más bien una niña caos
 linda y loca
convertida en una pieza de ajedrez.

Hay decisiones que nos llevan años
y aquello que no pudo ser
pudo ser otra cosa
y fue.

Si algo tenemos es la capacidad de imaginar otras formas de amarnos por las esquinas de lo posible.

Contigo he aprendido que el amor no es de una sola manera
que no es todo o nada
que se construye paso a paso
y que podemos llevarlo a donde queramos.
He aprendido que puede ser sereno
y no entrar en conflicto con otros compartires
distintos,
singulares.
He aprendido
que se puede amar sin compartirlo todo
y que se pueden compartir espacios y relaciones
que nos llenan de alegría los ojos.
Al final, lo más importante de todo,
de todo lo que he aprendido, creo,
es la posibilidad de imaginar y hacer reales
otras formas de parentesco

y eso,
Amora  

es cambiar el mundo
.




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