Acompañarme. No, ahora no bajar.
Acompañarme en el vaivén de mantenerme a flote. No, hoy no derribo.
Mantenerse a flote no es un trabajo, no ahora, mantenerme a flote ahora es simple: hoy, no bajar.
Flotar
Respirar
Sentir la sal que desde la punta de la lengua me empapa, inundándome la boca
el sol, mientras, me calienta el cuerpo y me seca los labios entre subida y bajada del agua
estar, viva
llenarse el pecho de aire
aire
aire
aire.
El cuerpo se llena de verano mientras el mar se mece y lo mece, la brisa, se escuchan las olas y me escucho respirar.
Aire.
No bajar. El sol y el agua. Buscar la memoria del cuerpo.
"Cuando estoy bien intento guardar cada segundo de esa sensación en el cuerpo, para poder volver ahí cuando lo necesite". Hace dos años y medio, habitaba mi casa, por dentro y por fuera. Herramientas que se quedan.
¿Sabes, cuando te sumerges en el agua y todos los sonidos se quedan amortiguados?
¿Sabes, esa sensación de cansancio sosegado, esa paz, esa serenidad al salir del mar?
Hoy hace sol. Asumir que este verano pospuesto lo he vivido. Cerrar esa cajita: ese mañana será, dame tiempo, mañana será, ya estaba siendo. Ese mañana que no llegó era el día siguiente que se hacía cuerpo, y ese cuerpo lo llevas en tu cuerpo. Pararme y aterrizar todos esos días. Este día fue, este siguiente también, y así uno tras otro hasta aterrizar todo el verano. Vivir esperando es vivir, vivir prometiéndole al cuerpo "aguántame un poquito, te prometo que esto va a pasar y recuperarás el tiempo que ahora estás tratando de pasar de puntillas". El cuerpo necesita y se merece volver a cada uno de esos días y decirle: "no, amor, este día no tendrá un otro día futuro que lo sostenga para descansar después de todo, y lo alimente después del hambre. Este día tiene que ser reconocido en todo su tiempo eterno, mirarlo a los ojos, abrazarse y decir: este día lo viví, y el resto, también."
Poner cada cosa en su sitio. Decirle: cuerpecito mío, ese miedo, esa impotencia, esa desconfianza, esa tristeza, son por esto, por esto y por esto. Tienen sentido. Tienen su origen, su función y su lugar. Ahí empezaron y en este otro lugar se cierran. Se viven, se procesan, se recolocan, y se cierran. Puedo mirarte, cuerpo, y decirte: ha sido duro, pero ha sido. Esto ha pasado, esto lo hemos vivido, y aquí estamos, juntas. Estoy contigo.
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