Carta a l*s que vendrán

Cuando era adolescente y más jovencica, en mis 15, 16, 17 años, pensaba y hablaba con mis amig*s sobre las vidas de nuestras madres y nuestros padres (o lo que nosotr*s interpretábamos). Casad*s o sin casarse, en pareja o sol*s, l*s veíamos aislad*s. Respecto a cómo estábamos viviendo nosotr*s entonces, en grupo, viéndonos todos los días, compartiendo prácticamente todo lo que nos pasaba, contando con l*s otr*s para casi todo y pensando siempre en viajes y proyectos en común, l*s veíamos sol*s. Quizá
tienen amig*s, quizá conocid*s, pero su vida cotidiana y sus historias de cada día no las comparten con nadie (nos parecía, luego de mayor vas descubriendo "conductos semiclandestinos" dentro de la familia, una hermana cómplice, una sobrina,...y también he ido accediendo a espacios que antes no tenía acceso ni conocía, espacios de "mayores"). La cosa era así: han renunciado a la tribu para vivir sol*s o en pareja, tu casa, tu trabajo, tu coche, tus hij*s, ¿qué vida es esta? claramente, nosotr*s no queríamos hacer eso con nuestras vidas.

Ha pasado un tiempo y de repente me encuentro en una situación problemática: siento que la gente de la que me rodeaba y de la que me rodeo ahora se va agrupando en parejas, y yo sigo pensando y queriendo tribu. Pero claro, una tribu requiere de otr*s que también apuesten por la tribu...Y bueno, no voy a decir que es imposible porque no lo es, en el camino he conocido a mucha gente nueva, algunas de ellas personas que se han convertido en importantes para mí y en afinidades potentes, quien sabe si quizá alguna de ellas también pueda apostar por la tribu, y estoy segura de que voy a seguir conociendo gente y cruzándome con personas afines y seguirán surgiendo proyectos potentes. Pero ha cambiado una percepción básica para mí, hasta hace poquito pensaba que era sencillo: si quieres otra forma de vida curras, le metes energía y ganas y tiempo, y haces de tu vida lo que quieres que sea...Si no quieres la soledad masiva de la familia nuclear apuesta por otro modelo. Y ahora me doy cuenta de que encontrar con quién construir modelos alternativos es más complicado de lo que me parecía entonces. 

Me planteo posibilidades intermedias, que requieran menos afinidad tan específica y se alimenten de una afinidad más global, y sobre todo me planteo posibilidades que sobrevivan con menos implicación por parte de l*s demás. Porque si algo he detectado que ha cambiado en el modelo de relaciones de mi entorno es el aumento de la implicación exclusiva en proyectos de pareja y la relativización de la implicación en otros proyectos (relacionales, de amistad, de afinidad, de compartir político, incluso de aficiones o de posible autoempleo).

Y entonces escribo todo esto, para l*s que vendrán, y para posibles personas que se puedan criar conmigo/con nosotr*s, para que entiendan de dónde vengo y cómo he llegado hasta aquí. Que a mí por lo menos, no me está resultando tan sencillo como decidir apostar por modelos comunitarios y trabajar en construirlos. Que busco y busco y seguiré buscando otras formas, otras personas, otras afinidades para construir algo radical, y no es fácil...y el tiempo dirá cómo de factible. Por lo pronto, dejo rastro de cómo van cambiando mi forma de entender la vida, mis expectativas, mis posibilidades, mi entorno...Porque lo he echado de menos de mi padre y de mi madre en mi camino. Cómo llegaron a ser quienes son. Cómo imaginaban su vida, qué se encontraron por el camino, cómo llegaron a vivir como ahora viven. No borréis los procesos, no borréis las pistas. El papel de omnipresentes, todopoderosos e inmutables no favorece nada a la relación madre-hij*s, sobre todo padre-hij*s. 

Porque vuestra historia también es mi historia

Porque nuestras historias también serán la historia de l*s que vendrán