[Cruzando a Amanda Baggs con el Manifiesto gordx, más Cojos y Precarias, haciendo vidas que importan, repensando la familia, la biológica y la elegida, cruzándome con personas y vidas que te sacuden. La vida me sacude]
Algunos de los sufrimientos son: me he encontrado un bulto, otra vez. No hay trabajo, no hay comida. Después de todos estos años sin poner ni un duro para l*s crí*s irá a la cárcel, mira lo que hace tu madre. No quiero verlos, ya no son mis hijos. Ella está embarazada y yo no.
La gente me suele preguntar cómo se vive al estar atrapada en un cuerpo aparentemente retrasado. La gente mira el cuerpo como un recipiente que tiene que tener la etiqueta adecuada, y se pregunta cosas como "¿cómo se siente al nacer atrapada en el cuerpo del sexo equivocado?" Preguntas que se contestan a sí mismas. Y yo me pregunto ¿cómo se siente tan confortable atrapada en la lógica de las cajas, dentro de cajas, dentro de cajas?
Parece
haber un deseo de estampar el sello oficial de la palabra NORMAL
sobre la frente de todas y cada una de las personas antes etiquetadas
como «discapacitadas».
Cuerpos
seccionados y reconstruidos, "arreglados" en quirófanos.
Cuerpos construidos frente al espejo. Odios construidos y
reconstruidos sobre los cuerpos. Cuerpos gordos, erróneos, tullidos.
Cuerpos no reproductivos, demasiado jóvenes, demasiado viejos,
demasiado grandes o pequeños, demasiado mulatas o negras, demasiado
lentas. Demasiado o demasiado poco para producir. Nunca demasiado
para consumir.
Utilizaron
esta correa contra mí y contra otro niño. Nos ataban para impedir
que nos levantáramos por la noche. Cuando estás atado a alguien,
estás en su mismo barco.
Y
en este barco estamos tantas...Algunos de los sufrimientos son: yo
sólo quiero ser normal. Tener una vida como cualquiera. El
capitalismo rosa. Comida ecológica en el corte inglés. Poder hacer
legal una unión entre tres o más personas. Una compa que va en
silla de ruedas contaba que un día en la playa una niña se le
acerca, a curiosear, y la mamá corriendo le dice "cariño,
déjala tranquila". Puede que quiera enseñarle a respetar los
espacios ajenos, pero a mí me parecía más que le incomodaba que su
hija estuviera tan cerca de un cuerpo "tan" diferente.
Cuánto nos habrá costado reconstruir
en el espejo nuestros cuerpos como cuerpos "normales".
Cuánto miedo detrás de esa frágil coraza. No acercarnos demasiado
a cuerpos divergentes, que por resonancia nuestros cuerpos puedan
reventar ese disfraz macabro.
Como era sorda no hablaba, como no
hablaba pensaban que era retrasada, como pensaban que era retrasada
no le hablaban, y la tenían ahí, apartada en un rincón. Cuántas
personas habrá ahora mismo atadas a una cama. Como vuelvas a
decir "subnormal" te reviento a patadas.
No es lo mismo la violencia para normalizar que la violencia para
defenderse y resistir a la normalización. Hay que quemar tantas
cosas.
Pedirme
que considere un insulto el hecho de ser llamada retrasada y que me
distancie lo más rápido posible de esa denominación significa
pedirme que opte por una categoría médica en lugar de una social.
Algunas
cosas sí hemos entendido.
No
queremos modificarnos o que nos acepten por “lo que somos por
dentro”,
queremos
que los deseos se desaprendan y que nuestro cuerpo se transformen en
potencia de deseo por el simple hecho de ser cuerpo.
Porque
nuestros cuerpos son vergeles de sexos y afectos inéditos
y desafiantes.
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